La palabra como refugio, el alma como camino
Soy Marina Echeveste, y llevo en mi apellido el eco de mis raíces: Echeveste, “la casa buena”.
Ese nombre me recuerda cada día el propósito que guía mi labor: ser un refugio donde las personas puedan volver a sí mismas, con ternura, verdad y propósito.
Mi manera de acompañar se adapta a cada etapa de la vida:
- Con los niños, me visto de cuento. Uso historias simbólicas para que comprendan lo que sienten.
- Con los adolescentes, hablo en metáforas: espejos donde descubren su fuerza.
- Con los adultos, esas metáforas se vuelven puentes del dolor al propósito.
Utilizo tests proyectivos, dinámicas de autoconocimiento y técnicas de coaching ontológico, integrando la ciencia del comportamiento con el arte de la palabra.